El baklawe, baklava, baklawa o baclava (del turco baklava),
es un pastel elaborado con una pasta de nueces trituradas, distribuida en la pasta
filo y bañado en almíbar o jarabe de miel, existiendo
variedades que incorporan avellanas y almendras, entre otros frutos
secos y kaymak. Puede encontrarse con diferentes nombres, en la
gastronomía de Oriente Medio, del Subcontinente Indio y de los Balcanes.
La historia del baklava se remonta a la antigua Mesopotamia.
Se cree, sin embargo, que los asirios, cerca del siglo
VII a. C., fueron los primeros en colocar unas pocas capas de masa de pan junto
a nueces trituradas entre esas capas, añadiendo un poco de miel y
horneándolo en sus hornos de madera primitivos. Esta temprana versión del
baklava se cocinaba sólo para ocasiones especiales, siendo de hecho considerado
históricamente una comida para las clases acomodadas hasta mediados del siglo
XIX.
Los marinos y mercaderes griegos que
viajaban hacia Mesopotamia, pronto descubrieron las delicias del baklava y
llevaron la receta a Atenas.
El mayor aporte de los griegos a
la elaboración de la masa, es la creación de una técnica de pastelería que hace
posible amasarla hasta dejarla fina como una hoja, comparada a la áspera
textura, similar a la del pan, de la elaboración asiria. Las capas de masa que lo forman son
tradicionalmente 33 en referencia a los años de vida de Cristo en la tierra. En
el siglo XV, los otomanos conquistaron Constantinopla,
expandiendo sus territorios a gran parte de los antiguos territorios asirios y
al reino Armenio por completo. Por cuatrocientos años, desde el siglo XVI hasta
la declinación del Imperio otomano en el siglo XIX, las cocinas
del Palacio Imperial Otomano en Constantinopla, se convirtieron en el cenit
culinario del Imperio.
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